Era un día raro,
mi humor no era el mejor y Haru no ayudó a que este mejorara, al contario,
parecía que su objetivo esa tarde era hacerme enojar. Así que,a regañadientes,
dimos un incómodo paseo por el mercado de Casas Alemán. Haru, que de pronto
recapacitó, se dio cuenta de que estaba a dos segundos de golpearla y trató de
remediar la situación comprándome lo más dulce que encontró.
Al llegar al puesto, mi mirada se iluminó al
ver la gran variedad de postres que ahí se ofrecían: cerezas, manzanas
cubiertas, pasteles, duraznos en almíbar, plátanos fritos, fresas con crema y
otras delicias. A las dos se nos antojó el plátano pero las fresas se veían tan
apetitosas que, inevitablemente, dudé. Haru al darse cuenta de mi vacilación y
con el ánimo de congraciarse conmigo, me dijo: “pidamos las dos cosas y
compartimos”.
Ya con nuestros
postres empacados y dirigiéndonos al auto,vislumbré aquello que me quitaría por
completo el mal humor y reviviría mi entusiasmo por la vida: una sensual
gomichelaque me atrajo inmediatamente.
Ya en el auto,
nos vimos ante una disyuntiva: por un lado, como ya habíamos aprendido, la
comida para llevar pierde sus propiedades de consistencia y no queríamos que
eso sucediera. Por el otro lado, las gomichelas se veían tan sabrosas que no
podíamos esperar a probarlas. Así que las combinamos y rezamos porque no
hubiera consecuencias nefastas en nuestros organismos.
Después de ese
momento, ya nada importó, el pleito era
cosa del pasado y, emocionadas, nos abalanzamos sobre el plátano. Nunca lo había
probado con tantos aderezos, normalmente, me gusta sólo con leche condensada,
pero la mezcla de crema, leche, mermelada y granillo de chocolate me abrieron
la puerta a un nuevo mundo de sabor. Las fresas estaban buenas sin embargo, no
fueron nada del otro mundo.
Nuestras
oraciones no fueron suficientes y tristemente, la mezcla del limón de las
gomichelas y la crema de los postres no produjeron un resultado agradable en
nuestros cuerpos, pero no vale la pena entrar en detalles. Lo que sí puedo
afirmar es que todo valió la pena y que no hay disgusto que sea inmune a las
cosas dulces.
A primera vista
No le decía que no
¿Cómo estuvo?
He tenido mejores...