Dicen las
malas lenguas que, en la Colonia Obrera, existe un lugar discreto en donde se
ofrecen goces que te dejarán satisfecha/o con poco presupuesto. Después de una
noche de fiesta y desenfreno, Haru y yo decidimos recorrer media ciudad con el
único objetivo de encontrar ese recinto y probar aquellos manjares.
Saliendo de
la oscuridad del metro, justo en la esquina de Bolívar y Fernando Ramírez, se erguía
soberbio el mentado lugar. Decidí darme gusto con lo más caro que había: un sope
con arrachera de $28, mientras que Haru se lanzó sobre una carne menos
elegante: un sope de bistec con su acostumbrado quesillo (su gusto no es el más
fino, salvo por ciertas excepciones). Antes que nada, fue apremiante echarnos
un caldo, el cual alivió un poco los estragos de la noche anterior.
Doña
Borrego nos atendió gentilmente, por primera vez desde que decidimos
aventurarnos en las calles. Los primeros momentos fueron confusos, había algo
que no cuadraba del todo, y entonces Haru lo descubrió: “Un sope sin frijoles,
¿es sope o es taco?”. Sin embargo, me dispuse a probar y a no dejarme influir
por ese detalle. El bocado fue crujiente, la salsa tenía el picor adecuado, la arrachera
era deliciosa aunque difícil de tragar (siempre he preferido mi carne sin
pellejo).
A pesar de
tener un tamaño considerable, no me sentí completamente satisfecha así que
recurrí a la tortilla y ordené una quesadilla de papa con queso;
sorprendentemente, la primera mordida fue indescriptible, mucho mejor de lo que
me había imaginado, crujiente y suave a la vez, el sabor era perfecto, el queso
se estiraba hacia mi boca exquisitamente. De pronto, la voz de Haru me sacó de
mi orgasmo culinario: “¿esto pica?”, preguntó y sin darme tiempo a contestar,
tomó la cuchara con salsa dejándome desconcertada (es bien sabido que ella no
come chile), grande fue mi desilusión cuando noté sólo una gota de aquel líquido
rojo en su plato. “¡Qué cobarde!” exclamé a lo que ella respondió: “No estoy
acostumbrada al chile, tiene que entrar de a poquito”.
Terminamos satisfechas
y contentas por haber escuchado la voz de aquel conocedor que nos recomendó el
lugar y por haber recobrado la energía suficiente para irnos de fiesta una vez
más.
A primera vista:
No le decía que no.
¿Cómo estuvo?:
El sope y el consomé: He tenido mejores
La quesadilla: Orgásmica
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