Después de una
eternidad en el encierro, el domingo por fin, pudimos ver la luz de sol otra
vez. El destino nos llevó directamente
al centro de Coyoacán y a sus muchos puestos callejeros. Yo, sumida en el estado más hormonal del
mundo, caminaba aturdida, deseando y
salivando por todo lo que veía, mientras Haru me seguía calladamente intentando
no despertar al monstruo que me posee durante esos días del mes. Como no pude tomar una decisión y Haru tenía
demasiado miedo como para opinar, una tercera persona (Jess Ñeco, amiga y nalga
derecha de Haru) con su cordial tono dijo: “Ya maricas, vamos por unos
esquites, unos churros y un raspado”. Admiradas por tal capacidad de decisión,
no nos atrevimos a contradecirla.
De las tres opciones que había de esquites:
tradicionales, hervidos con chile de árbol y asados, nos decidimos por los
segundos, los cuales estaban buenísimos, el chile de árbol les daba un toque
picosito sin opacar al tradicional chile piquín.
Los churros
fueron una decisión más complicada, había demasiada variedad, pero una vez que
leí “Nutella” todo lo demás desapareció. Sin embargo, al mirar los gestos de
desagrado de mis dos acompañantes, me vi en la necesidad de pedir otro de
“Lechera”, pues para mi sorpresa y suerte (el churro de Nutella sería todo para
mí) a ninguna de las dos les gustaba tal manjar.
Jess, tan
independiente como cordial, regresó de puesto de raspados con uno grande de
mango, sin pedir nuestra opinión. Desafortunadamente, yo me estaba recuperando
de una gripa fulminante y, cual niño castigado en dulcería, me quedé con el
antojo.
Los esquites
desaparecieron casi de inmediato y me aproveché de que Haru estaba entretenida
con el raspado, para casi terminármelos. Sin embargo al voltear a verla y notar
la mirada “ojo Remi” en su rostro, me sentí terriblemente culpable, por suerte
tenía un churro de Nutella que me quitó la culpa en seguida.
Salvo la crisis
hormonal, fue un buen día y un digno regreso de Garnacha Porn.
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