Ese fin de semana teníamos un
plan bien establecido, la idea era vegetar viendo películas de terror hasta
morir de miedo o quedarnos dormidas en el intento, pues debido a la visita del
Papa estaban cerradas todas las vialidades cercanas. Sin embargo, antes de
embarcarnos en una tarea tan ardua teníamos que recargar energías y a Haru se
le ocurrió, desafiando la cuaresma, ir a degustar los famosísimos huaraches de
Jamaica (que no están en Jamaica sino a un lado de la estación del metrobús Mercado
Morelos).
El lugar tiene 80 años y es un
negocio familiar atendido principalmente por adultos mayores muy amables que
nos ofrecieron inmediatamente la carta. Mi usual indecisión alcanzó niveles
nunca antes vistos pues el menú mostraba fotos de los diferentes huaraches y
quise probarlos todos. Al final, me decidí por el huarache “Doña Meche” que estaba
cubierto de mole poblano con pollo desmenuzado y queso. Haru, con su renuencia acostumbrada
a salir de su zona de confort culinario, escogió lo que pide siempre que visita
ese lugar: un huarache con costilla y mucho, mucho aguacate.
Mientras esperábamos la comida, un
trovador callejero llegó con su guitarra a amenizar la ocasión con música de
tríos, y nosotras, dejándonos llevar por las melodías, levantamos nuestras
copas (de agua de limón) para brindar por las buenas garnachas.
El huarache de mole estaba
exquisito pero en cuanto vi la costilla de Haru, se me antojó (la costilla no
Haru) y estuvimos de acuerdo en compartir. Aunque el sabor de la carne era buenísimo,
estaba un poco dura y, como a mí no me gusta el pellejo, no lo disfruté tanto
como al huarache de mole.
Ir a comer con Haru es siempre
entretenido, pues sus manías tan particulares hacen de cualquier comida todo un
espectáculo. En esta ocasión, se empeñó en cortar trozos simétricos del
huarache y les colocó un pedazo de aguacate a cada uno de tal manera que
parecían pequeños canapés (o más bien
huarachés).
Terminamos más que satisfechas,
juraba que no comería nada más en todo el día, sin embargo, en cuanto salí del
lugar, recordé que nos habíamos saltado el postre así que, con un antojo
renovado, nos embarcamos alegremente en busca del helado perfecto.
A primera vista
Estoy enamorada
¿Cómo estuvo?
Orgásmico